El fundador y líder histórico de Yadran se despide de la compañía en medio del proceso de venta, cerrando una etapa clave para la salmonicultura chilena.
El silencio del sur fue el telón de fondo de una despedida cargada de simbolismo. En Quellón y Puerto Montt, rodeado de trabajadores, dirigentes sindicales y parte de su familia, Felipe Briones Goich recorrió por última vez las instalaciones de Yadran, la empresa que lideró durante cuatro décadas y que marcó de forma decisiva su trayectoria empresarial y personal. No fue una visita protocolar. Hubo discursos improvisados, abrazos largos y emociones difíciles de disimular en una escena que reflejó el peso de un ciclo que llega a su fin.
El contexto de esta despedida fue abordado en un reportaje de perfil publicado por Diario Financiero, que reconstruye el cierre de una etapa personal y empresarial para Felipe Briones Goich, marcada por su vínculo de décadas con Yadran y por la dimensión emocional del traspaso de la compañía. Más que centrarse en la operación en sí, el perfil pone el acento en el recorrido del empresario, su relación con los trabajadores y el significado simbólico de dejar la firma que lideró durante cuarenta años.
La despedida se produce en un momento clave: la venta de Yadran a la japonesa Nissui Corporation, operación que se encuentra en su etapa final y que se concretaría durante enero. La transacción no solo marca un hito para la compañía, sino también el cierre de la última actividad empresarial que mantenía Briones Goich, quien apostó por completo al desarrollo de esta salmonera desde mediados de los años 80.
Yadran no fue para él un activo más. En su entorno la describen como su “quinto hijo”, una definición que resume la intensidad con la que asumió el liderazgo de la empresa, incluso en los momentos más complejos de la industria. Durante la crisis del virus ISA, cuando el sector enfrentó uno de sus mayores colapsos, Briones priorizó el pago de sueldos y la continuidad laboral, aun cuando los recursos escaseaban. Esa decisión explica, en parte, el vínculo construido con los trabajadores y la carga emocional que tuvo su despedida, especialmente entre los cuatro sindicatos que operan en la compañía.
La historia de Yadran se entrelaza con la de la familia Briones desde 1980, cuando Hernán Briones Gorostiaga adquirió una pequeña planta dedicada al congelado de mariscos, anticipando el potencial exportador del sur austral. Fue Felipe quien, desde 1985, tomó el control operativo y condujo la transformación de la empresa hacia la salmonicultura, consolidándola como un actor relevante en el cultivo y procesamiento de salmón Atlántico, con centros estratégicamente ubicados al sur de Chiloé y una planta industrial en Quellón que se convirtió en el corazón operativo de la firma.
Con ventas anuales del orden de 30 mil a 40 mil toneladas, Yadran logró mantenerse competitiva en un escenario cada vez más dominado por grandes conglomerados. Sin embargo, el proceso de consolidación de la industria fue estrechando los márgenes. Las economías de escala comenzaron a pesar más que la historia, y Briones entendió que el crecimiento futuro exigía un nuevo respaldo financiero y operativo. De ahí que durante 2025 impulsara activamente un proceso de búsqueda de socios estratégicos, convencido de que la venta era una decisión necesaria para asegurar la continuidad del proyecto.
La operación con Nissui, dueña de Salmones Antártica, aparece así como una integración complementaria. Mientras Yadran concentra su producción en salmón Atlántico, Antártica lo hace en trucha, sumando además una red de centros y capacidades industriales que refuerzan la posición del grupo japonés en el sur de Chile. Para Briones, en tanto, la transacción representa una salida ordenada y coherente con el momento de la empresa y con su propia etapa vital.
Lejos de abrir de inmediato un nuevo frente empresarial, el empresario planea un periodo de pausa. Campos en la Patagonia, tiempo en el sur y visitas familiares al Reino Unido aparecen como parte de una agenda más personal, tras décadas de decisiones estratégicas y presión permanente. Eventuales definiciones patrimoniales, como la creación de un family office, no figuran entre sus prioridades inmediatas.
El legado de Felipe Briones Goich queda así inscrito en una etapa clave del desarrollo de la salmonicultura chilena. No solo por los volúmenes producidos o las cifras del negocio, sino por una forma de liderazgo marcada por la cercanía, la resistencia en tiempos adversos y una convicción profunda respecto del potencial del sur como plataforma productiva. Con la venta de Yadran, se cierra una historia empresarial, pero también una relación construida durante cuarenta años con un territorio, una industria y una comunidad laboral que lo reconoció como propio.
Este reportaje se elaboró a partir de antecedentes y contexto publicados en un reportaje de perfil de Diario Financiero,